Publicada el 03/11/2010
DÍA POR DÍA
Educación e instrucción pública
Antes que aumentar de manera impremeditada el gasto o inversión del Gobierno en la educación, a los dominicanos nos hace falta organizar mejor cómo gastamos lo que tenemos hoy, pues contamos con la triste distinción de uno de los peores sistemas de instrucción pública del mundo.
Por: José Báez Guerrero
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Hay un justificado clamor para que el Gobierno aumente la inversión en la educación. Lo que se pide es que en el presupuesto se asigne una partida equivalente a cuando menos un 4% del PIB para la educación. Este año se ha incluido un aumento importante para llegar casi a un 2% pero podría haberse sido menos tiñoso.
Estoy de acuerdo con dedicar más recursos públicos a la educación. Creo que nadie en su sano juicio no está de acuerdo con este reclamo. Pero a veces el debate sobre la educación pierde de vista que ella sola no soluciona nada.
Está por ejemplo el caso de Cuba, donde tras medio siglo de castrismo no quedan analfabetas, tienen licenciados y doctores por pilas y hasta científicos nucleares, pese a que su agricultura depende de escuálidos bueyes. Allá hay toda la educación del mundo pero es un país hundido en la miseria.
Cualquier país del mundo puede dedicar enormes sumas de dinero a la instrucción pública y ello solo no es garantía de que la economía funcionará para abreviar la brecha entre ricos y pobres y generar riquezas suficientes para el bienestar colectivo.
Antes que aumentar de manera impremeditada el gasto o inversión del Gobierno en la educación, a los dominicanos nos hace falta organizar mejor cómo gastamos lo que tenemos hoy, pues contamos con la triste distinción de uno de los peores sistemas de instrucción pública del mundo.
En la escuela primaria se imparten diariamente poco más de dos horas de clase, mal dadas y con precariedad enorme. La provisión del desayuno escolar es una vergüenza, por los incesantes escándalos e intoxicaciones de niños, sin que se de pie con bola en las investigaciones.
En los liceos dominicanos producimos bachilleres incapaces de competir con los de países parecidos y al entrar en la universidad apenas saben leer y escribir, sumar malamente y de pensar ni hablemos.
Las universidades parecen fábricas de titulados, pero muy pocas se organizan en torno a estimular el pensamiento, la investigación y la experimentación, fundamento original de la docencia mejor provista.
En fin, hay que seguir exigiendo que se aumente la inversión o gasto en educación, pero con consciencia de que unos pesos más, por sí solos, no van a arreglar un tollo que requiere voluntad política, destreza gerencial y auténtica vocación magisterial.
josebaezguerrero@gmail.com
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